CANARIAS, TERRITORIO DE EXPLORACIONES CIENTÍFICAS
SIGLO XVII
1. CANARIAS ENTRA EN LA ROYAL SOCIETY
Las expediciones científicas de los siglos XVIII y XIX heredan los logros y beneficios de la revolución científica que tuvo lugar a lo largo del XVII. El mundo había pasado de lo medieval a lo moderno y el cambio de mentalidad respecto a la Naturaleza era evidente. Ahora imperaba el control científico de la experiencia, señal de que la imagen del mundo había sufrido una transformación. Se hacía necesario el uso de las matemáticas, la mecánica y la experimentación para explicar los fenómenos naturales, con lo que se va consolidando la unión entre ciencia y técnica.
Las sociedades científicas -Royal Society (Londres), Acadèmie des Sciences (París)- surgieron a raíz de las necesidad de los intelectuales del XVII por mantener tertulias donde debatir acerca de la nueva filosofía o filosofía experimental y temas relacionados (Medicina, Anatomía, Geometría, Navegación, Estática, Mecánica...). La Royal Society prohibía que se discutiera en sus dependencias sobre la divinidad, asuntos de Estado o de actualidad. Desde luego tenía sus vías propias de difusión y recolección de artículos, como la revista científica Philosophical Transactions (actualmente, la más antigua que sigue editándose). La publicación de un artículo en las revistas de estas prestigiosas instituciones garantizaba su presencia en los círculos intelectuales más importantes de Europa.
SIGLO XVIII
2. CANARIAS: PASO DE LAS GRANDES EXPEDICIONES DE CIRCUNNAVEGACIÓN DEL SIGLO XVIII.
Las expediciones de circunnavegación daban la vuelta al mundo en busca de las mejores rutas de acceso hacia territorios lejanos o aún inexplorados. El afán por conocer nuevas realidades obedecía no sólo a la curiosidad por lo desconocido, sino al interés por el dominio militar y político de los nuevos territorios. Por ejemplo, uno de los objetivos era encontrar el paso del Noroeste. Desde el siglo XVI se intentaba encontrar un paso entre el Atlántico y el Pacífico, pero la búsqueda se detenía al llegar a Alaska: el frío y la visión del hielo fueron una muralla convincente y además, muchos expedicionarios habían muerto en el intento. Hubo que esperar hasta mediados del XVIII para descubrir el estrecho de Bering, que por su angostura había pasado desapercibido.Las expediciones científicas de la época tuvieron un interés especial en recoger muestras de la naturaleza (plantas, animales, minerales...) de los territorios visitados para exportarlas a Europa, de modo que los museos del viejo continente (sobre todo de Inglaterra y Francia) albergaron grandes colecciones de historia natural, fruto de lo que los naturalistas colectaban alrededor del mundo. Era como la prueba de que se había llegado a territorios lejanos, una recompensa o un botín que los europeos ya podían admirar en sus metrópolis. Hay que entender que el interés por lo exótico o por lo que provenía de tierras lejanas era entonces mucho mayor que el que pueda suscitar hoy en día, cuando es tan fácil y cotidiano viajar. En el XVIII ni siquiera existían conceptos como vacaciones y turismo.El paso por Canarias era la escala perfecta para continuar viaje a América o a Australia. Los motivos eran muchos: los alisios favorecían la travesía a las islas, el clima era inmejorable, su posición en el océano era estratégica -tanto si los barcos se dirigían hacia América o hacia Australia- y además albergaba un puerto organizado para avituallar los barcos.
3. FEUILLE EN EL HIERRO. 1ª EXPEDICION CIENTIFICA AL ARCHIPIELAGO
Feuillé se equivocó en los métodos geodésicos que utilizó para medir el Teide y le dio más de 4400 metros. Aún así fue uno de los primeros en recelar de la idea generalizada que proponía al Teide como la montaña más alta del mundo (por entonces no se conocía la altura del Himalaya). En sus viajes había visto que el pico de Santa Marta (costa norte de Colombia) se veía a mayor distancia en el mar que el Pico Teide.
4. LA CONDAMINE, ADANSON Y GLAS. EXPEDICIONES DE MEDIADOS DEL SIGLO XVIII
Estos personajes ejemplifican el gusto y el interés que manifestó el siglo XVIII por conocer nuevos territorios, bien por razones científicas, bien por motivos militares. Los viajes de circunnavegación con pretensiones científicas permitieron comprobar cuestiones como que la Tierra efectivamente era redonda, pero achatada por los polos o determinar la cartografía costera de los grandes continentes. Aunque estos personajes visitaron Canarias como lugar de paso, aprovecharon la escala para estudiar Tenerife y nos legaron sus páginas narrando la geografía física y humana de aquel tiempo. Por supuesto, también siguieron la costumbre de realizar una nueva medición del Teide, en una época en la que todavía se consideraba la montaña más alta del mundo.
5. CARTOGRAFÍA Y LONGITUD
Había un objetivo prioritario en la época: saber exactamente en qué punto de altamar se hallaban los barcos, cuánto habían avanzado y hacia dónde. El interés por resolver estos problemas era prioritario para los gobiernos. En Francia se sucedían los premios nacionales para aquellos que pudieran resolver el problema o que inventaran alguna máquina capaz de ofrecer resultados precisos. En un principio se había optado por conocer la posición a través de la observación de los astros, pero el éxito vino de la mano de los inventores de relojes, únicas maquinarias que lograron las mediciones deseadas con una precisión bastante aceptable.Uno de los que tuvo que probar estos relojes en altamar fue Claret de Fleurieu, que en 1769 alcanzó las costas de Tenerife. El mismo objetivo tuvo la fragata La Flore en 1771, en la que llegaron a Tenerife Verdun de la Crenne, Alexandre Pindré y Jean Charles Borda. Midieron el Teide con los métodos más precisos que la época les ofrecía.
6. BORDA, LA MEDICIÓN EXACTA DEL TEIDE
El Teide ha sido siempre importante en la historia de Canarias por varios motivos:- Tiene la altura suficiente como para que en días despejados se divise desde el mar a una distancia considerable- Está inmerso en un paisaje singular y atractivo, geográfica y científicamente interesante. - Desde la antigüedad su descripción ha formado parte de la literatura de los viajeros que pasaban por Canarias. Sin duda ha sido guía, paisaje y parte de una larga tradición literaria. No hubo expedicionario que se resistiese a subir al Pico y casi todos intentaron calcular sus medidas. Borda fue el primero en lograr una medición realista de su altura en 1776.
SIGLO XIX
7. CANARIAS, PASO DE EXPEDICIONES EN LA PRIMERA MITAD DEL S. XIX
Los libros sobre Canarias escritos por científicos europeos de renombre tuvieron durante el XVIII la trascendencia necesaria para suscitar un vivo interés por las islas. En el siglo XIX ese interés se consolida y los viajeros dirigen sus objetivos al estudio exclusivo del archipiélago. Aumenta el número de expediciones privadas con afán de exploración científica, concentrando el esfuerzo en describir, analizar y recolectar materiales de la Historia Natural, un campo amplio en el que confluía un elevado número de disciplinas científicas.
8. EL CAPITÁN BAUDIN
Nicolas Baudin fue uno de los expedicionarios más famosos que visitaron el Archipiélago. En 1796 emprendió su primera expedición a las Antillas, pero una gran tormenta en el Atlántico causó graves daños en su barco y lo arrastró a la costa de Tenerife. La tripulación tuvo que permanecer más de cuatro meses de escala en la isla mientras se reparaba la nave. Los viajes de la época no eran como los de ahora. El hacinamiento, la falta de higiene y las enfermedades, como el escorbuto, hacían estragos. La piratería era otro factor de riesgo y por supuesto, la lentitud de los barcos, construidos de madera y guiados por mapas muy imprecisos. Desde luego eran viajes muy peligrosos en los que murieron muchos naturalistas. En 1800, Baudin emprendió su segunda expedición a Australia. Un viaje de envergadura, financiado por el gobierno francés, para el que se utilizaron dos barcos en los que se hacinaban un total de 251 personas. Podemos imaginar los problemas que provocaría esta circunstancia. Entre la tripulación había 23 especialistas: astrónomos, dibujantes, geógrafos, minerólogos, botánicos, zoólogos, jardineros y farmacéuticos. Sólo sobrevivieron siete. Baudin murió también antes del regreso a París.Esta expedición se reveló como uno de los viajes científicos más importantes de todos los tiempos: a su regreso se contaron decenas de miles de especímenes de plantas desconocidas hasta el momento, 2500 ejemplares de minerales, 1500 bocetos y pinturas, más una multitud de notas, observaciones, mapas. Este material fue de enorme utilidad para los naturalistas y los etnógrafos interesados en Australia y Tasmania. Pero también las disputas, malentendidos, deserciones y los índices de mortalidad hicieron de ella una expedición maldita. Baudin significó en muchos sentidos la culminación de medio siglo de viajes de exploración ingleses y franceses, cuyos predecesores más célebres habían sido Bougainville y Cook.
9. EL BARÓN DE HUMBOLDT
Canarias fue conocida en muchos países gracias a Humboldt. Aunque sólo permaneció una semana en Tenerife quedó impresionado por la belleza del paisaje y la bondad del clima. Sus observaciones en Tenerife le resultaron muy reveladoras para afrontar la nueva perspectiva de lo que vería en América. No sólo recogió en Viaje a las regiones equinocciales su placentera experiencia en Tenerife, sino que dio a luz su atinada y pionera tesis sobre los pisos de vegetación en Canarias. Esto avivó el interés de otros estudiosos que se acercaría a nuestras costas con objetivos de investigación científica. Tras su viaje por América, Humboldt se estableció en París y luego en Berlín, difundiendo sus conocimientos en diversas obras que lo convirtieron en uno de los científicos europeos más famosos del siglo XIX.
10. INICIOS DE LOS ESTUDIOS CIENTÍFICOS EN CANARIAS. BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA. 2ª MITAD DEL SIGLO XIX.
Han sido muchos los viajeros empeñados en estudiar la botánica canaria. Desde principios del XIX se trasladaron en barco muchas especies de plantas a los jardines botánicos europeos y en muchos casos se intentaba aclimatar las nuevas especies. Por ejemplo, el drago y el garoé suscitaron gran interés desde el principio, seguramente por sus peculiaridades: forma, longevidad y las particularidades de la savia.En el siglo XIX, Auguste Broussonet comenzó los estudios sistemáticos de las plantas canarias. Esto ayudó a incrementar el interés por explorar las islas y el Archipiélago fue pronto reconocido como un territorio rico e interesante desde el punto de vista de la botánica. Una de las consecuencias de este interés creciente fue la fundación del Jardín de Aclimatación de Plantas de La Orotava, situado en el Puerto de la Cruz (entonces puerto de La Orotava).En las segunda mitad del XIX, numerosos botánicos y zoólogos viajaban desde Europa con la intención de clasificar, estudiar y comparar los ejemplares que encontraban en Canarias (Bolle, Hooker, Wollaston, Pitard...) con las especies europeas conocidas.
11. VON BUCH Y SMITH. VIAJEROS CIENTÍFICOS. GEOLOGÍA 2ª MITAD DEL SIGLO XIX
Von Buch y Smith protagonizaron la primera expedición privada a Canarias. En 1815 recorrieron 4 islas: Tenerife, Gran Canaria, La Palma y Lanzarote. La exploración la hacían casi siempre a pie, en lo que podemos llamar excursiones o grandes pateadas. Pasaban tantas horas caminando que las gentes les dieron el sobrenombre de "los hombres sin zapatos", porque les duraban bien poco. Pernoctaban al paso, en fondas, casas o establos y despertaban la curiosidad y el asombro de las personas del lugar. Smith apuntaba todas sus peripecias y observaciones científicas en un diario (escribía en noruego). No pudo publicar ni escribir una obra definitiva porque murió en el Congo casi un año después de visitar nuestras islas. Hoy tenemos acceso a ese diario porque la Fundación Orotava lo ha publicado en español. Los frutos de este viaje dieron lugar también a una obra de referencia, la de Von Buch sobre geología, un libro que suscitó polémica entre las diferentes teorías geológicas sobre la formación de islas y volcanes.En la segunda mitad del XIX, Charles Lyell fue sin duda el geólogo más importante que se interesó por nuestras islas. Vino en viaje privado con su mujer y con Georg Hartung, al que había conocido hacía poco en Madeira. Cuando visitó la Caldera de Taburiente lo hizo con el libro de Von Buch bajo el brazo. Se dio cuenta de que tanto las teorías éste sobre los cráteres de elevación, como las de Piazzi Smith eran erróneas y elaboró su propia tesis en base a sus observaciones (fósiles, pisos geológicos...). La Caldera de Taburiente en La Palma y Las Cañadas en Tenerife fueron zonas reveladoras que le ofrecieron las pistas suficientes no sólo para interpretar el pasado geológico de Canarias, sino también el de otros archipiélagos de origen volcánico. Lyell fue amigo de Darwin y le hizo partícipe de esa concepción científica de análisis de la Naturaleza. El mismo Darwin estaba convencido de que sin Lyell no hubiera sabido interpretar lo que había visto en las Galápagos. Digamos que hizo suyo el axioma que Lyell le regaló: La clave del pasado es el presente y el fósil de hoy es la pista para analizar el pasado. Con esos ojos observó Lyell la geología de Canarias.
12. LA ENCICLOPEDIA WEBB Y BERTHELOT
Se puede afirmar que, hasta el momento, Histoire Naturelle des Îles Canaries es el estudio más completo y extenso sobre Canarias. Sus autores trabajaron durante 15 años (1835 - 1850) para acabar sus 9 tomos y 1 atlas. Además colaboraron los mejores zoólogos y botánicos de la época. La redacción de la obra era siempre el fruto de trabajos de campo, de observación y cotejo de materiales de historia natural y de comparaciones y estudios con las obras de otros especialistas y de otros territorios. Esta obra tiene en la actualidad un valor importante, porque nos muestra con detalle el estado de las distintas ciencias en aquel momento, nos informa de la geografía y las costumbres canarias con amplitud y nos obsequia con cientos de imágenes verdaderamente hermosas elaboradas por artistas parisinos del momento. Webb y Berthelot visitaron todas las islas excepto La Gomera y El Hierro.
13. OBSERVANDO LOS CIELOS CANARIOS
Las Cañadas del Teide en Tenerife y el Roque de los Muchachos en La Palma son en la actualidad los mejores enclaves europeos del Hemisferio Norte para observar el cielo. Este hecho ya fue vislumbrado por algunos científicos del pasado, como Piazzi Smith y Lyell. La premisa de Newton de que los cielos más claros se observan mejor desde las cotas más altas era conocida por los expedicionarios que venían a Canarias en los siglos XVIII y XIX. Encontraron que el cielo del Archipiélago era verdaderamente limpio y transparente y que en gran medida era debido a que los vientos alisios favorecían la aparición del mar de nubes, por encima del cual la atmósfera quedaba aún más limpia y clara. La bondad del clima -estable casi todo el año- era otro factor beneficioso para la observación astronómica.Hoy en día, uno de los mayores enemigos para observar el cielo es la luz de las ciudades, por lo que en los últimos años en Canarias se ha llevado una política que promueve el cambio de luminarias para disminuir la contaminación lumínica y reducir el gasto energético al máximo. En el ámbito de la astronomía, la figura de Jean Mascart es la más destacable de los expedicionarios que vinieron a Canarias. Sus investigaciones en Tenerife tuvieron muy buenos resultados (estudió en profundidad la morfología y la trayectoria del cometa Halley y realizar numerosos estudios fisiológicos y atmosféricos) que catapultaron los cielos canarios a la fama.
14. CIENCIA, TURISMO Y SALUD
Tenerife y Gran Canaria fueron las dos primeras islas en acoger el turismo europeo del XIX. Las razones eran obvias: tenían mejores infraestructuras, mejores productos para abastecerse y mejores conexiones marítimas. En la segunda mitad de siglo se produjo el despegue del turismo en Canarias. Ya no eran sólo exploradores con intereses científicos, sino ricos hombres burgueses que se acercaban a nuestras costas para beneficiarse del buen clima de las islas, bien fuera por ocio o por cuestiones de salud (tuberculosis y en general enfermedades de tipo pulmonar). Las máquinas de vapor permitieron construir barcos de vapor, que hicieron más sencillo y rápido trasladarse de un lugar a otro y multiplicaron las líneas marítimas.
15. ANTROPOLOGÍA FINALES DEL XIX. LA INTELIGENCIA DE LOS SIMIOS: EXPERIMENTOS EN LA CASA AMARILLA
Décadas antes, Darwin había afirmado que las diferencias entre las mentes del hombre y de los animales superiores es de grado no cualitativa. La Estación de Antropoides de Tenerife (1913) comenzó albergando ocho chimpancés, con los que se pretendía experimentar cuestiones de psicología y fisiología cerebral. El objetivo era sistematizar el análisis para obtener conclusiones científicamente viables. Hasta aquella fecha los estudios serios basados en la observación directa brillaban por su ausencia y sólo se contaba con hechos narrados por los exploradores y con los más o menos anecdóticos ocurridos en circos o zoológicos. Köhler llevó a cabo numerosos estudios y redactó informes de todos ellos. Algunos experimentos medían la capacidad de aprendizaje en el uso de instrumentos, otros la capacidad emocional y sensorial y otros la intelectual:-El cuidador utiliza un palo para acercar una fruta que ha quedado fuera del alcance. Consecuencia: los chimpancés aprendían definitivamente la lección y repetirán ese comportamiento- La aflicción de un chimpancé por otro enfermo, postrado o muerto es más intensa si está al alcance de su vista y siempre hallan beneficio expresando su estado emocional. Si el enfermo es llevado a otra dependencia y se reúne con el resto al cabo de algunos días con un aspecto de mayor deterioro, los compañeros se ponen verdaderamente nerviosos y afligidos, pero parecían haberse olvidado de él durante su ausencia. - La respuesta por parte del grupo ante un chimpancé nuevo es siempre enérgica y muy violenta, por muy pequeño y débil que sea el invitado. Los chimpancés daban bastantes muestras de cariño y satisfacción con los cuidadores y humanos que conocían. Cuando se presentaba algún extraño necesitaban reconocerlo y escrutarlo antes de sentir cómoda su presencia. Sin embargo, todos los chimpancés sentían aprecio por los bebés humanos y niños muy pequeños; no necesitaban investigarlos antes de interactuar con ellos y ofrecían una expresión facial de agrado y benevolencia.
Masu Rodríguez
(Texto realizado por el Proyecto Humboldt y el de la Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia)